A cuenta de la polémica de laboratorio creada en torno al programa «Euskalduna naiz, eta zu?», la semana que hoy termina arrancaba con la presión por parte de algunos grupos unionistas para que el Ejecutivo de Gasteiz ejerciera mayor control sobre los contenidos que emite EiTB. Tal y como ya había avanzado Lakua, el Ente terminó por retirar el programa incluso de su web, algo que ha criticado el consejo de redacción de la radiotelevisión pública, entre otras razones porque ahora la versión manipulada es la única que está disponible públicamente. Censura en diferido, cabe añadir.
En todo caso, parece que el Gobierno de Iñigo Urkullu ha atendido a la petición de un mayor control sobre los contenidos. El jueves ETB lanzaba en todos sus medios los resultados de la encuesta Focus, realizada por Gizaker. El ejercicio de propaganda del Gobierno adquirió cotas que si se diesen en ciertos territorios del Estado español provocarían escándalo. Lo cual es aún más llamativo teniendo en cuenta que los resultados eran lo suficientemente buenos como para quedarse ahí.
La propaganda a estos niveles desacredita
En demoscopia, al trabajo de afinar los datos de una encuesta se le llama popularmente «cocina». En este caso no se refiere al crucial trabajo de los profesionales para ponderar y matizar los datos crudos, sino a adaptarlos a los intereses del cliente. Siguiendo con el símil gastronómico, tan del gusto de los vascos, a su publicitación sesgada a través de medios públicos se le puede llamar emplatar. Si la cocina está destinada a reforzar la función cada vez más prescriptiva de las encuestas, el emplatado busca reforzar un relato. La primera favorece escenarios concretos (por ejemplo, dando a un partido como ganador claro de salida) y activa el voto estratégico (por ejemplo, haciendo creer al elector que en un territorio una opción compite con aquella que más rechazo le genera, empujándole a votar). El segundo enmarca las contiendas, favorece unos debates públicos mientras inhibe otros, y ecualiza las sensaciones del electorado (destacando valores como la estabilidad o estableciendo las comparaciones con unos países en vez de con otros).
EiTB tuvo la encuesta embargada durante toda la semana para la mayor parte de sus propios equipos, algo que puede tener sentido para evitar filtraciones. Pero es que en muchos casos los periodistas solo tuvieron acceso a una versión editada, la misma que se enviaría al resto de medios. Organizaron tertulias sobre el tema, pero no difundieron la encuesta. Los expertos o representantes no hablaron de la encuesta, porque no la tenían, sino de los titulares que habían seleccionado los responsables de ETB. ¿Cómo llamar a esto? ¿Cata a ciegas?
La encuesta íntegra de Focus EiTB, a la que tuvo acceso GARA, contenía varias conclusiones interesantes. La primera, subrayada en los programas de la casa, era la valoración positiva general que tiene el actual Gobierno en sus primeros cien días y, en concreto, el estado de forma del PNV. También EH Bildu, aunque aún a otro nivel. La valoración espectacular de la mayoría de líderes potencia la idea de normalidad escandinava. Cabe destacar el milagro demoscópico de que en una coalición como la de PNV y PSE los dos socios crezcan. La coalición funciona como «osos amorosos», en vez del tradicional «abrazo del oso» del partido grande al decadente.
Se echaban de menos preguntas sobre las alianzas preferidas de la población, tema que sí contenían ediciones previas de Focus. Al tratarse de un Gobierno en minoría, necesita de apoyos, y estaría bien saber a quién prefieren los votantes. En todo caso, esto quedaba claro en las preguntas que quedaron al margen de los titulares. El PP, sus políticas y sus representantes son detestados por la gran mayoría de la sociedad vasca. Lo más significativo: el 69,4% jamás les votaría y cree que son los que peor defienden los intereses de los vascos. Lo más curioso: casi el 40% cree que tienen las personas menos capacitadas para afrontar la crisis.
Sin embargo, Urkullu marcaba al día siguiente su preferencia por el PP para aprobar los presupuestos. No van a tener fácil justificarlo.
Más allá de la pugna partidaria inmediata, la oposición debe valorar si va a permitir que se teledirija a la opinión pública de este modo. Los profesionales deben considerar seriamente si están dispuestos a que se les utilice tan burdamente. EiTB debe pensar si no hay relación entre estas prácticas y su descrédito. Y la sociedad vasca debe seguir opinando con rigor y espíritu crítico.