Los sindicatos amenazan con una huelga por la situación laboral, mientras los partidos de la oposición aumentan sus críticas a la dirección de Maite Iturbe
BILBAO. Ocho meses después de la llegada de Maite Iturbe a EiTB las aguas vuelven a bajar revueltas por la radio televisión pública. Los sindicatos, que tienen abierta la negociación del convenio, amenazan con convocar una huelga al entender que la dirección les ha «engañado» y ha «roto la confianza» en las conversaciones sobre diferentes asuntos laborales. Por su parte, los partidos de la oposición –EH Bildu, PSE, PP y UPyD– han redoblado sus críticas a la labor de los gestores nombrados por el Gobierno de Iñigo Urkullu. Aunque por motivos no siempre coincidentes.
La coalición abertzale se queja de que, a pesar de ser la segunda fuerza en el Parlamento, en los informativos de la televisión ocupan el cuarto lugar en tiempo dedicado a cada uno. Socialistas, populares y UPyD creen, en cambio, que el ente público no hace más que dar espacio a la izquierda abertzale –a todas las organizaciones independentistas más allá de Bildu– en los ‘Teleberri’ y programas de debate y promocionar un discurso poco crítico con el terrorismo y favorable a la independencia. Todo ello jalonado de unas audiencias que se mantienen en los mismos niveles, o algo inferiores, a las que dejó el anterior equipo directivo, el de Alberto Surio en el Ejecutivo del PSE.
Euskal Irrati Telebista se asoma a lo que puede ser una tormenta perfecta. La crisis económica y los consiguientes recortes en el presupuesto –todo apunta a que deberá funcionar el próximo año con 50 millones de euros menos de lo que disponía en 2009–, unido a una estructura interna diseñada y pensada para tiempos de bonanza –950 trabajadores de los que un centenar son gestores o directivos– y a la presión política que siempre ha rodeado a la empresa, comienzan a alterar la situación interna. Una muestra es la protesta que el comité de empresa organizó el pasado martes con motivo de la habitual reunión mensual del consejo de administración.
Los empleados querían mostrar su malestar por los argumentos que horas antes los abogados de la compañía habían utilizado durante un juicio en el Tribunal Superior vasco. En un pleito sobre la obligatoriedad o no de cubrir 17 plazas vacantes por fallecimiento desde 2008, la defensa de la dirección del ente alegó que la reforma laboral aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy y el final de la ultraactividad les impiden asumir ese compromiso firmado en el convenio de hace cinco años y prorrogado desde entonces.
Un razonamiento que ha encendido a un comité de empresa, con mayoría de LAB, que se siente traicionado. Sus portavoces aseguran que el equipo de Iturbe les había «garantizado» que mantendrían la ultraactividad y que no aplicarían la reforma laboral del PP. «Han dinamitado la confianza en la buena fe de la dirección», reconocen fuentes del comité, que hablan de la «posibilidad seria» de huelga. «No se descarta ‘ir a negro’ el 31 de diciembre», insisten, antes de recordar que en los tribunales y en la Inspección de Trabajo hay cuestiones relacionadas con un aval de 700.000 euros que la dirección nombrada por Andoni Ortuzar concedió a una empresa participada, con los contratos como artista que se ha hecho firmar a presentadores de la televisión –se paga menos– o con los pluses de disponibilidad.
Las movilizaciones sindicales vuelven a ser periódicas, del mismo modo que lo fueron en el arranque del anterior mandato, el de Surio. Entonces, las centrales nacionalistas protestaban por la línea editorial de EiTB, que consideraban «alejada de la realidad» y por las «presiones» que, aseguraban, sufrían los empleados. Ahora, las concentraciones tienen un cariz más laboral, centradas en la negociación del convenio, y en la defensa de las condiciones de trabajo. «Estamos ante la situación más penosa de estas tres décadas», sostienen los representantes sindicales, que temen que el equipo de Iturbe persiga «el conflicto por el conflicto». Y acusan a la dirección general de haber «mentido» cuando aseguró haber rebajado el número de ‘gestores’ –puestos de confianza– porque, aunque se les ha retirado el cargo, siguen «cobrando lo mismo».
La relativa calma que se había instaurado en el tramo final de la anterior legislatura –cuando el PNV atisbaba ya su regreso a Ajuria Enea– y en el arranque de la actual, comienza a resquebrajarse. Hasta el PSE, partido que apoyó el nombramiento de Iturbe, sostiene que la dirección «está incumpliendo» los principios sobre los que socialistas y PNV pactaron esa designación: la «defensa de la pluralidad», el «impulso del euskera» y la «construcción de un relato contra la violencia».
Postura ante el terrorismo
Entienden, en la misma línea que el PP y UPyD, que la radiotelevisión se ha puesto al servicio de las tesis nacionalistas e independentistas y se ha convertido en «altavoz» de la izquierda abertzale y de las causas relacionadas con los presos de ETA. Los partidos recuerdan que la dirección general se ha visto obligada a modificar el plan estratégico, entre presiones del Gobierno de Urkullu, para incluir una crítica expresa al terrorismo después de que un vocal del consejo de administración, víctima de ETA, amagara con dimitir por los silencios de los gestores hacia la violencia. Y que la propia directora general ha tenido que disculparse por la emisión en Radio Euskadi de una entrevista a un ex preso que defendió el uso de la violencia.
El equipo de Iturbe trata de restar importancia a todas estas polémicas. Vincula las protestas sindicales a la negociación del convenio y advierte que «tras cada pancarta» sólo están los «delegados» de las centrales, aunque reconoce que «hacer una huelga es fácil en el sector público». Fuentes de la dirección se muestran convencidas de «la implicación» de la plantilla con el proyecto y destacan que hay «menos bajas que nunca». Y sobre las críticas de los partidos, presumen de que «en general nos están ‘dando’ todos» porque «todas» las formaciones políticas «quieren influir».
Subrayan que los servicios informativos de ETB han recuperado el liderazgo de las audiencias. Los ‘Teleberri’ ocupan desde enero –Surio aún figuraba al frente de la ‘casa’ aunque Ajuria Enea alojaba ya a Iñigo Urkullu– el primer puesto de los noticieros en Euskadi. Una posición que para los actuales mandatarios evidencia que «las cosas se están haciendo bien».
Un éxito que no se ha extendido al resto de la parrilla. Los canales en castellano y euskera se mantienen en unos porcentajes similares a los del año pasado o, incluso, algo por debajo. La dirección general ha apostado por los programas en lengua vasca y ha dedicado a ello buena parte de sus recursos, pero ETB-1 no acaba de arrancar. La explicación oficial es que una iniciativa como ésta debe ser evaluada a «medio plazo» y que es «difícil» invertir tendencias –«las familias euskaldunes ven mucho Telecinco»,–. Los actuales gestores confían en que el canal en euskera pase del 2% de audiencia al 10% en 2016, algo que ahora mismo suena a quimera.
La importante caída de los presupuestos reduce las posibilidades de captar nuevos espectadores. La producción de programas es cara y competir con las privadas nacionales casi imposible. En los «buenos años» Euskal Telebista invertía entre 60.000 y 90.000 euros por cada programa en ‘prime time’. Ahora no pasa de 15.000 euros. TVE gasta por cada capítulo de una serie como ‘Isabel’ 600.000 euros. La empresa pública vasca, que mantiene «a tope» de carga de trabajo las instalaciones de Miramón y que ha vuelto a centrar sus encargos en productoras vinculadas al nacionalismo, ve prácticamente imposible competir con las grandes cadenas por la audiencia estelar nocturna, aunque está dispuesta a mantener cierta pelea. Prefiere centrarse en la franja que va desde mediodía a las diez de la noche, su nicho de audiencia.
Los directivos de EiTB confían en disponer de 122 millones de euros para el próximo ejercicio, 105 de ellos aportados por el Gobierno vasco y el resto, por la publicidad. Dicen estar preocupados por que la «mayor parte» de ese dinero se dedique a los salarios de sus trabajadores, más que a los programas. La reducción del presupuesto hace que los costes de personal supongan, según estas fuentes, el 45% del gasto, mientras que las inversiones para la parrilla se quedan en el 33%.
El equipo de Iturbe descarta la posibilidad de un ERE o recortes drásticos en la plantilla, aunque espera cerrar 2014 con 940 empleados, diez menos que en este ejercicio. Cree que con esas cifras «está tocado el hueso» y que apostar por un menor número supondría «cambiar el actual modelo» y prescindir de canales, algo que descartan.
EL CORREO - 2013.12.01