La sonrisa en la cara y el partido en las venas
El Andoni Ortuzar extrovertido puede aparecer como la antítesis del serio, formal y tímido Iñigo Urkullu, al que vuelve a suceder. Sin embargo, ambos tienen en común el gusto por el trabajo interno en el partido, practicado durante décadas con probada eficacia personal. Podría decirse que son las dos caras de una misma moneda.
Iñaki IRIONDO
Si hay que hacer el indio, se hace. O el escocés. O se disfraza de Obélix. Que Andoni Ortuzar es un tipo con sentido del humor lo ha demostrado últimamente los sábados de Carnaval ante Sabin Etxea y se puede constatar en cada encuentro que se tenga con él. Jovial, irónico, punzante... y del PNV de toda la vida.
En paralelo a la actividad profesional pública del actual presidente del EBB, corre una historia militante interna que desde los tiempos de EGI conformó un grupo de fieles que con el tiempo ha terminado haciéndose con las riendas del partido.
Periodista y buen comunicador, el Andoni Ortuzar extrovertido puede aparecer como la antítesis del serio, formal y tímido Iñigo Urkullu, al que vuelve a suceder (antes lo hizo al frente del BBB). Sin embargo, ambos tienen en común el gusto por el trabajo interno en el partido, practicado durante décadas con probada eficacia personal. Podría decirse que son las dos caras de una misma moneda. De hecho, hasta cabría poner en duda que, situando a uno al frente del Gobierno y al otro en la cabeza del partido, se esté cumpliendo estrictamente el concepto de bicefalia que rige el ADN jeltzale. Si el objetivo de la fórmula es garantizar el equilibrio de poderes y contrapoderes, Ortuzar y Urkullu se asemejan más a un tándem.
Pero como recordará cualquier buen jeltzale, lo que en estos momentos distingue a ambos es que de Ajuria Enea te pueden echar, como le pasó a Juan José Ibarretxe, pero de la planta más elevada de Sabin Etxea es más difícil ser expulsado si no es por voluntad propia. Y, a estas alturas, Ortuzar ha dado muestras de saber moverse en ese terreno para que nadie le siegue la hierba bajo los pies.
Jeltzale de Ezkerraldea, el actual presidente del EBB es de esas personas con las que cualquier militante del PNV se puede identificar sin mayores problemas. Cercano en el trato, exento de formalismos cuando hay que serlo, Ortuzar es un tipo jatorra, al que no se le van a caer los anillos si hay que ponerse a servir txikitos en un batzoki.
Pero a lo más alto de un partido no se llega solo haciendo amigos. Siempre hay que dar algún codazo y, en ocasiones, algo más. Para eso están los amigos. Siempre será otro el encargado de los disgustos. Quizá sea un rasgo del liderazgo.
Andoni Ortuzar pertenece al grupo de los Jobuvis (jóvenes burukides vizcainos) e incluso se le atribuye el haber sido quien acuñó el término. En él se agrupaban hombres como Iñigo Urkullu, Joseba Aurrekoetxea y Koldo Mediavilla, instalados todos ellos en la cúspide jeltzale. Dieron su primera demostración de fuerza en 1996, cuando consiguieron que Javier Atutxa fuera elegido presidente del BBB frente a la candidatura de José Luis Retolaza impulsada por Xabier Arzalluz. En el año 2000 fue el propio Urkullu quien se alzó con la presidencia y en 2003 llegó un nuevo desafío ganado por los Jobuvis, al conseguir que la militancia vizcaina avalara el relevo de Josu Bergara por José Luis Bilbao como candidato a diputado general de Bizkaia.
En esa época, Ortuzar era director general de EITB, un puesto estratégico. Su carrera como periodista había comenzado en Radio Popular de Bilbo y en «Deia». De allí pasó a ejercer labores de comunicación en el Gobierno de Lakua y en Lehendakaritza. Y llegó a ser secretario general de Acción Exterior, algo así como el ministro de exteriores del entonces lehendakari José Antonio Ardanza.
Como en su vida militante, al frente de EITB Andoni Ortuzar mostró su enorme capacidad de crear equipos fieles que incluso siguieron funcionando cuando él dio el paso hacia la presidencia del BBB. Ortuzar dirige con guante de seda, con sonrisa y cariño, y con evidente eficacia. Otra cosa es que sus decisiones sean acertadas para el bien público. Algunos de sus manejos intersocietarios ideados en los tiempos de director general de EITB acabarán pronto en manos judiciales y podrían traer consecuencias a quienes los desarrollaron.
Andoni Ortuzar llegó ayer a lo más alto que puede aspirar cualquier militante del PNV, a la presidencia del EBB. Cubre, como hizo en el BBB, el espacio que deja libre Iñigo Urkullu. Habrá que ver si su próxima sucesión como presidente de la Ejecutiva regional vizcaina anuncia la llegada de otra generación que releve a la de los Jobuvis, que el pasado 15 de diciembre no podían ocultar su emoción ni frenar sus lágrimas cuando veían a Urkullu prometer el cargo como lehendakari.
En pocas semanas, Ortuzar se enfrentará a una primera prueba de fuego. No será ninguna decisión política, sino la de ver si, siendo presidente del EBB, también se atreve a disfrazarse y montar el numerito anual frente a Sabin Etxea.
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